12.3.20

Algunos pensamientos sobre el Coronavirus

Hace unos 4 meses, cuando todavía no se conocía el primer caso de Coronavirus, ni estaba en nuestros pensamientos, con unos amigos jugamos a un juego de estrategia llamado "Pandemic" (Pandemia), en el que todos los jugadores (cada uno con su propio rol) trabajan juntos (es un juego de "cooperación", no de "competencia") para erradicar 4 enfermedades que amenazan al mundo, mientras las mismas van creciendo. Fue muy divertido, y verdaderamente aleccionador. Pero, aunque lo disfruté mucho, hoy no podría jugarlo; me daría escalofríos pensar que así como nosotros 4 debatíamos qué hacer para correr contra el reloj y salvar a una humanidad ficticia, hoy en día los gobernantes lo están haciendo por nosotros, vidas humanas reales. Me impresiona pensar que no son solo números, son personas. Que podría ser cualquiera de nosotros.


En mi opinión, lo más increíble de todo es pensar que Bill Gates lo predijo hace 5 años y que, de haber escuchado, hubiéramos tenido tiempo más que suficiente para prepararnos. Y no lo predijo porque fuera un "profeta" o un súper iluminado; simplemente parece ser un hombre de mente profunda, que analiza las cosas. No es que haya visto el futuro, sino que lo proyectó desde el presente que teníamos y se dio cuenta de un punto ciego enorme. Para él, el sistema de salud estaba siendo dejado de lado y no iba a dar abasto en caso de una pandemia de esta magnitud. 


Y eso está pasando a nivel mundial, en cada sistema de salud. Parece ser que solo los chinos están pudiendo hacer algo. A los italianos se les fue de las manos, a los españoles también. Al gobierno argentino... Bueno, es un caso aparte. Antes de que se diera el primer caso en nuestro país, el ministro de salud, Ginés González García, dijo que las probabilidades de que el virus llegara a la Argentina eran bajas y que "Argentina es el país más distante de China; ni siquiera tiene vuelos directos a ese país. Si alguien viene de China pasa primero por otro aeropuerto que también tiene sus controles. Además estamos en verano, una estación donde los virus no se transmiten con tanta facilidad". A mi parecer eso que dijo da muestra de una ignorancia atroz, y no solo de ignorancia, sino también de "tirarle la pelota a otro", al decir que otros aeropuertos se encargarán. Suena a que "lo anotó en su máquina de escribir invisible", como el jefe Gorgory. Hoy por hoy, este hombre reconoce que creyó "que el virus iba a tardar más en llegar". Lamentable... Se dio cuenta tarde de la gravedad del asunto, y ahora tenemos 21 casos, dentro de los cuales se cuenta el primer caso de muerte en América Latina. En todo este tiempo los controles fueron una burla: una mera declaración jurada para los que venían de países en riesgo, afirmando no tener síntomas ni fiebre. Sin cuarentena, al menos hasta hace unos días (cuando las cosas empezaron a írseles de las manos).


Ahora bien, en la era de la Internet, en la que la información está siempre disponible para nosotros a un solo clic de distancia y en la que, por medio de las redes sociales, cada uno puede ser el conductor de su propio "noticiero" (lo sé: ¡yo incluida!), es muy fácil caer en uno de dos extremos: pánico por el avance vertiginoso de la enfermedad, o falta de reacción, al pensar que todo es exagerado, o que no nos va a tocar. He visto ambos... 


Es importante poner las cosas en equilibrio, conocer la información necesaria y actuar, sin caer en el pánico o la histeria. La realidad es que si bien la tasa de mortalidad del covid-19 va en aumento (recordemos que los números se van calculando con los casos, al ser un estudio nuevo), sigue siendo una tasa baja. El hecho de que mate en absoluto ya es terrible de pensar, pero lo expertos dicen que es "menos mortal" que la gripe común. Lo que lo hace tan terrible es su rapidez de contagio, porque entonces al ver los números de mortalidad, sí son altos, aunque solo representen un porcentaje menor. Pero eso no significa que todo el que se contagie se va a morir, ni mucho menos. El primer contagiado en Argentina dio una nota (por Internet, por supuesto) en la que contaba que está muy bien, sin fiebre desde el segundo día, y que solo cumple la cuarentena.


No soy experta en el asunto (la información hasta ahora la recopilé de lo que fui leyendo... pero si alguien discrepa o tiene otra información, con gusto la leo). Pero más allá de lo "medicinal" del asunto, que obviamente no es lo mío, quisiera compartir algunas pequeñas reflexiones para tener en cuenta. Algunas cosas que nos recuerda el Coronavirus:



  1. En primer lugar, el Coronavirus nos recuerda que estamos bajo maldición, que en este mundo caído todo va en descenso, a veces más rápido y a veces más lento... pero cuando pasa algo como esto, que aumenta un poco la velocidad, nos permite ver lo "corrompible" de nuestra naturaleza. Todos vamos a morir; lo sabemos y evitamos pensarlo. Pero cuando nos encontramos con un virus que está matando a miles de personas a nivel mundial, por más baja que sea la probabilidad, nos preguntamos: ¿me tocará a mí? Tenemos la sentencia de muerte sobre nuestras cabezas, y cuando vemos al ángel de la muerte pasando, no podemos evitar sentirnos vulnerables. ¡Porque lo somos! Miren si no lo seremos, que un pequeño virus, invisible para los ojos humanos de lo diminuto que es, puede hacer lo que está haciendo. Hay un sentido en el que ni aún la persona que tome las mayores medidas de seguridad para evitar el contagio, puede estar 100% segura. El virus es demasiado fuerte, demasiado rápido, demasiado imperceptible.
  2. En segundo lugar, y aunque no parezca algo muy importante ahora, este virus nos recuerda que somos todos iguales. Estamos todos juntos en esta lucha; la ganamos o la perdemos todos. No hay argentino, ni chino, ni español, ni estadounidense... somos todos contra el virus. Cada vida humana que se pierde en esta lucha es eso: una vida humana, en cualquier parte del mundo. Y eso debería volvernos empáticos. Este virus resalta, o debería resaltar para nosotros al menos, el valor de la vida humana.
  3. A Dios no le toma por sorpresa este virus. Dios lo previó antes de que nosotros lo supiéramos; y no solo lo "previó" a la forma de Bill Gates, anunciando lo inevitable, sino que él lo permitió y él lo controla: "...porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Is. 46:9-10); "...él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Dn. 4:35)
  4. Nuestra esperanza como hijos de Dios, es esa: que nuestro Padre amoroso está al control. Para ser sincera, como argentina me preocupa que en estos momentos nuestro sistema de salud esté en manos de un hombre al que el virus "lo tomó por sorpresa" (por no decir que lo golpeó en la cara). Pero confío en que, antes de ser jurisdicción de Ginés González García (quien, por cierto, ¡para promover el aborto sí que se prepara!), es jurisdicción de Alguien que está por encima de él y que, como le dijo Jesús a Pilato: él no tendría autoridad si no le fuera dada de arriba.
  5. Entrar en pánico es desconfiar de la soberanía y de la sabiduría de Dios. Como hijos de Dios, no debemos dejar de cuidarnos y cuidar a los que nos rodean, y tomar las precauciones necesarias para evitar la expansión del virus y "poner nuestro granito de arena". Pero entrar en pánico o en ansiedad, no sería digno de Aquel que nos dijo: "¿No son ustedes de mucho más valor que las aves del cielo (a las que Dios cuida y sustenta)?" (Mt. 6:26). Haríamos bien en seguir el consejo (o más bien, mandato) de Pablo: "Por nada estéis afanosos; antes bien, sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Fil. 4:6). Y entonces tendremos el resultado, que para este mundo sin Cristo y sin esperanza es imposible: "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestro entendimiento en Cristo Jesús" (v. 7). Esta enfermedad no dicta nuestro futuro; ¡Cristo lo dicta! Ya sea que este virus nos toque o no, él está al control.

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