14.7.20

El amor real no es como el de las películas... ¡Es mejor!

La otra noche mis hijos vieron una película mientras yo trabajaba (como trabajo desde casa y ocasionalmente, cuando lo hago les pongo una peli en la otra computadora al lado mío, así puedo trabajar sin mayores interrupciones y controlando lo que miran). Uno de los temas secundarios de la película, que se desarrollaba en paralelo a la historia del nene protagonista, es la historia de los problemas matrimoniales de sus padres, que los lleva a estar al borde del divorcio. Por eso el nene intenta durante toda la película (en paralelo a sus aventuras) ayudar para que ellos permanezcan juntos. En la escena final están en el baile de la escuela, con todos los demás problemas del nene resueltos, y él mira desde una cierta distancia que los padres empiezan a bailar. De repente suena la canción "de ellos", la canción que bailaron en su boda (suena predecible, ¿no? Predecible y algo cursi)... Se miran de cerca con cara de enamorados y se besan. Final feliz, al parecer.

Muy tierno todo, pero... ¡Muy poco realista! La vida y el amor, no se basan en recuerdos. Las cosas buenas que hayamos pasado quedaron en el pasado. No vuelven. Y, si bien es bueno que tengamos buenos recuerdos, ¡no es lo más importante, si el presente se cae a pedazos! No podemos vivir de recuerdos, tenemos que construirlos constantemente. ¿Qué va a pasar al otro día del baile, cuando los problemas de la convivencia surjan nuevamente? (eso no lo muestran en la película, tal vez porque eso no vende). ¿Qué va a pasar cuando aparezca otro/a más romántico/a? Los recuerdos buenos son un tesoro muy preciado, siempre y cuando hayamos sabido administrarlos bien, como piedras que se guardan en una ostra para salir perfeccionadas, en perlas preciosas. Y con este proceso, me refiero más bien a nosotros. Si nosotros no somos pulidos por el trato de Dios, nuestros recuerdos van a quedar en sólo eso.. ¿De qué sirve que todo haya sido tan perfecto (si es que lo fue... porque la percepción de "perfección" que trae el enamoramiento adolescente se desvanece rápidamente), si ahora no queda ni la sombra de eso? El baldazo de agua fría de la realidad de que somos personas caídas que conviven con otras personas caídas... duele. Duele por el pecado de los otros. Duele por nuestro pecado.

Hollywood se encargó de quemarnos la cabeza durante años, y vendernos un "amor", que es más artificial que el chupetín de Coca-cola. Se encargó de hacernos creer que el amor siempre "toma". Si no tengo mi "happily ever after" no es real. Me acuerdo de una tarea de Literatura en la escuela, en la que reescribí la historia de Cenicienta con varias referencias modernas y en forma de parodia. Al final, Cenicienta se casa con su príncipe, pero justo cuando pensaba que su vida iba a cambiar de ser una pobre sirvienta a toda una reina, ¡se encuentra limpiando los pisos del palacio! (Me valió una risa y felicitación de "la Begué"... me sentí como si hubiera ganado un premio novel). Pero en fin... ¿quién dijo que el casamiento era el final feliz? ¿Quién dijo... que el casamiento era el final?

Ahí empieza la aventura, ahí se construye la historia. Nuestra historia. ¿Hubo recuerdos lindos? ¡Atesorémolos! ¡Agradezcamos a Dios por ellos! ¿Hubo recuerdos tristes? Agradezcamos a Dios también por ellos, porque esa es la única reacción lógica que puede tener todo el que le cree a Dios cuando nos dice que a los que le aman todo les ayuda a bien, porque nuestro Padre lo diseñó para hacernos como Cristo. Nos está librando de nosotros mismos. Y trabajemos en nosotros, en ser más como Cristo, y en desarrollar así (y sólo así) verdaderos recuerdos que pasen la prueba del tiempo.

El evangelio es todo lo contrario al amor plástico de Hollywood. En el evangelio Cristo no rescata a la dulce princesa del ogro que la tiene presa; más bien ella es el ogro, y Cristo muere por ella para convertirla en princesa. Muere. Se entrega. Se sacrifica. Enmudece. Espera. Ama.

¿Pero que pasa si me vendieron algo que no era amor por 20 años, y de repente me encuentro con que el Príncipe azul destiñe? Y por lo general es cuando descubro también que yo no soy la princesa. Lo que es peor... no nos dimos cuenta, pero no sólo nos estaban arruinando el verdadero parámetro del amor, ¡sino también el del evangelio! El amor matrimonial es tan puro, que Pablo lo usa como ejemplo (aunque en escala, por supuesto) del amor entre Cristo y la Iglesia. Por eso es que Cristo es nuestro norte, no sólo en la vida cristiana, sino también en el matrimonio: Cristo es el ejemplo perfecto de amor y sujeción para la mujer, porque él se sujetó al Padre; también es el ejemplo perfecto de amor y sacrificio para el hombre, porque él amó a la Iglesia y se entregó por ella. Y Pablo suspira al pensar en esta comparación, en este "misterio". "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia" (Efesios 5:32). Este texto y el de la doxología que hace en Romanos 11:33-36 siempre me dejaron la sensación de que Pablo se quedó pensando más de lo que escribió; de que se le acabaron las palabras y estalló en adoración. Siempre me inspiran reverencia, y me generan intriga. Sólo en la eternidad podremos ver en todo su esplendor ese misterio puro que al parecer le cortó el aliento a Pablo. Sólo en la eternidad, y espero que en parte en esta tierra a medida que crecemos en nuestro caminar con él, podremos ver cuántas de nuestras percepciones erróneas del amor llevamos a nuestra definición personal del bendito evangelio.

Y nosotros no somos como Cristo, la verdadera piedra preciosa. En nuestro caminar vamos llevando nuestros pedazos rotos a él, y él los redime. Redime nuestros recuerdos. Redime nuestros anhelos. Redime nuestro carácter. Ese es su trabajo; es lo que sabe hacer. Todo lo que toca cobra un tinte nuevo. Ilumina cada una de nuestras habitaciones.

Agradezco su mano amorosa en mi vida y en la vida de mi compañero. Agradezco los recuerdos. Pero más agradezco el presente, donde más puedo ver su obra en proceso. Agradezco que no nos dejó solos en estos 7 años y medio. Y agradezco que no se arrepintió de acompañarnos al ver nuestra dureza. Agradezco su paciencia. Y agradezco que forme en nosotros cada día un amor que es mucho más real que el de las películas, porque es mucho más profundo. Un amor que no se conforma con el romanticismo (aunque lo tiene, y crece a medida que el amor se hace mayor), sino que va por más. Va por todo.


[Y gracias, amor, por todos estos años de crecer juntos. Te amo más que hace 7 años y medio. Te amo más que ayer. 💕]

4 comentarios:

  1. en la vida real todo cambiaa ....hoy aprendo tantoooo de vos amada hija.....!!!!!

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  2. Espectacular!! No vivir del pasado... Y vivir el presente... Que es un gran regalo de dios..

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  3. Muy hermoso escrito! Y lo que compartiste de la maternidad tambien...Que bueno aplicar en etapas tempranas de la vida todas estas cosas! Dios bendiga tu preciosa vida y familia!

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  4. Hermosa reflexión. Coincido totalmente...cuando estamos en Cristo el matrimonio es una experiencia maravillosa, ya que Su amor es el que nos da las fuerzas y la gracia para edificar nuestro hogar.
    Hace 36 años que lo venimos comprobando...

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