3.1.20

6 cosas que desearía que todos sepan en este nuevo año que comienza

     Cada nuevo año que comienza nos trae a todos un tsunami de pensamientos, recuerdos y desafíos. Es un tiempo de balance personal, en el que cada uno repasa en su mente las pérdidas y ganancias que el año que se va le deja; las caídas y las subidas, los vicios y las virtudes que sembramos (consciente o inconscientemente). Toda acción tiene su reacción y, aunque la vida sigue en 2020, seguro que muchos nos estamos lamentando de muchas cosas que hicimos mal en el 2019 y que ya no podemos cambiar, y animándonos a seguir creciendo en las cosas buenas que vimos nacer en nosotros.
     En lo personal, este 2019 fue un año de mucho aprendizaje, de muchos y muy variados cambios, pero sobre todo de ver la fidelidad y la bondad de Dios en cada detalle. Aprendí mucho de su soberanía y pude ver cómo Él orquestaba lo que yo nunca hubiera planeado para mi bien. Cada momento de cada día Él me sostuvo. Algunas veces lo vi con facilidad y otras me llevó más tiempo... pero cada vez que miraba hacia atrás, en días, meses, ¡años!, pude ver sus huellas. Cada promesa que me había recordado tantas veces cobró un valor más profundo para mí. La misma promesa, el mismo significado, vista a una nueva luz que la hacía brillar aun más. 
     Tantas veces me sentí avergonzada porque Dios fue tan bueno conmigo en todos estos años de caminar con Él y yo no soy (todavía) lo que debería ser... Y este año no fue la excepción. Aunque amo, sé que todavía no amo tanto como Cristo me amó; mi amor es débil, mi amor está contaminado muchas veces por mi propio orgullo, por el qué dirán, por la comodidad. Supongo que hasta un Rembrandt se vería confuso en el proceso antes de que esté terminado, pero es mi deseo que todos los que me vean puedan ver en mí cada vez más de Cristo. Y este año que se va nos deja a todos un día más cerca del día en el que estemos frente a Él, por eso es mi gran y mayor deseo en este nuevo año poder ser más como Él. Digo junto con Juan el bautista: "Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya" (Jn. 3:30). En las palabras de Juan Calvino: "Todo lo malo que veas en mí, soy yo mismo. Todo lo bueno que veas en mí, es Cristo".
     Por eso desearía decirle a toda persona que conozco y que no conoce a Dios, que verdaderamente lamento mucho cada vez que no haya sido 100% como Jesús. De verdad quiero amar como Él amó. Es por eso que hay 5 cosas que desearía que todos supieran acerca de los cristianos:

  1. No todo el que se hace llamar cristiano lo es: "No todo lo que brilla es oro", dice el refrán, y entre los que se hacen llamar "cristianos" (que son muchos) esto también es cierto. Pero Jesús mismo lo advirtió: "No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?». Entonces les diré claramente: «Jamás los conocí; ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!»". (Mateo 7:21-23, NVI). Por eso nos enseñó cómo hacer para reconocer a un verdadero cristiano: "Por sus frutos" (versículo anterior), como a un árbol, que no puede dar otra fruta que aquella que su propia especie da.
  2. Los cristianos no somos exactamente las mejores personas del mundo: En ninguna manera estoy justificando a las personas que se hacen llamar cristianos pero que con sus acciones dicen todo lo contrario, porque, como ya dije, Jesús mismo nos enseñó a diferenciar entre sus verdaderos seguidores y los "charlatanes" precisamente por la forma en que viven. A lo que me refiero es más bien a la clase de persona que Jesús elige para que sean sus amigos... No los elige porque sean los más inteligentes, ni los más fuertes; sino lo más "necio" y lo "débil" y "lo que no es" (1 Corintios 1:27-28). Los amigos de Jesús cuando estuvo en esta tierra no fueron los reyes, ni principales de la época; no fueron valientes (por sí mismos), ni eran en general los más preparados intelectualmente... ni siquiera eran los religiosos. Sus amigos eran torpes pescadores, cobradores de impuestos, prostitutas, samaritanos; personas despreciadas por la sociedad. Jesús mismo, como el gran médico espiritual, dijo: "No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mateo 2:17). Así que el que se diga cristiano, pero nunca se haya reconocido como verdaderamente perdido y necesitado de un Savador, no sabe nada del cristianismo y no tiene nada que ver con Él. Eso es lo que hace a los cristianos humildes; creciendo en semejanza a Cristo, pero con consciencia de que no serían buenos por sí mismos si no fuera por lo que Cristo hizo en ellos.
  3. Nadie nunca va a ser perfecto en esta vida (sólo Jesús lo fue), pero los cristianos anhelamos y nos esforzamos por ser cada vez más parecidos a Cristo: Nadie que haya conocido verdaderamente a ese Jesús que se acerca a los peores pecadores, les da una nueva oportunidad y les cambia el corazón, puede permanecer igual. Es eso lo que hace toda la diferencia entre quienes en verdad le conocen y quienes no. Como el ejemplo que dio un hombre al que respeto mucho, llamado Paul Washer: si yo tuviera que encontrarme con vos y llegara una hora tarde y al llegar te dijera: "Disculpame la demora, es que estaba viniendo y me atropelló un camión"... vos no me creerías. Porque es imposible tener un encuentro cercano con algo tan grande (como un camión o mucho más... ¡como Dios!) y no ser cambiado por completo. Si fuera un camión, probablemente no viviría para contarlo. Si fuera Dios ya nunca sería la misma persona.
  4. Los cristianos no somos "los dueños de la verdad": Nada más lejos de la realidad. Los cristianos fallamos, y muchas veces aun entre nosotros no logramos ponernos de acuerdo. Tratamos de ser fieles a Dios, pero muchas veces no logramos ver qué es lo que Él quiere a la primera. Queremos parecernos a Jesús, pero Él fue un equilibrio tan perfecto entre justicia y compasión, rectitud y amor, que muchas veces nuestra balanza se inclina para algunos de los lados y nos perdemos por un momento; y nos volvemos lentos para amar al ver la maldad que hay en el mundo, o nuestra justicia se hace torpe por no ver que el verdadero amor es justo. Pero que los cristianos muchas veces fallemos en nuestra representación de la verdad no quita el hecho de que...
  5. Sí existe una única verdad: Cada uno puede tener una percepción distinta y subjetiva de las cosas, y es cierto que cada cual está afectado por la crianza que tuvo y por las experiencias que lo marcaron en la vida. El color amarillo puede despertar distintos recuerdos en cada persona, y habrá tantos pensamientos concernientes a ese color como cabezas pensantes haya en el mundo. PERO el amarillo siempre va a ser amarillo. Nunca nadie va a cambiar eso. Aunque le cambiáramos el nombre, no cambiaría la esencia del color. Aunque todos nos volviéramos ciegos de repente, él seguiría estando ahí. Aun si a una persona le gusta ese color y a otra no, a él no le afecta. Así es con la verdad. Todos podemos estar equivocándonos, pero existe una verdad más allá de nuestra percepción y siempre va a existir. No es cierto que "todos los caminos llevan a Roma" en este caso. Si algo es verdad, lo contrario tiene que ser mentira. Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). Podemos no creerle, podemos pensar que estaba loco; pero lo que dijo o es verdad o mentira. No hay puntos medios. Entonces no podemos simplemente decir "esa es la verdad que Él tenía"; o era verdad, o no lo era. En las palabras del cantante español Marcos Vidal: "Si es verdad que existe Dios, será importante encontrarle".
  6. Los cristianos queremos vivir conforme a esa verdad y llevar a otros a conocer aquella verdad que nos liberó: Como dije, los cristianos somos personas imperfectas que nos cruzamos con el perfecto amor de Dios y fuimos cambiados al conocerle. Estábamos presos de nuestros pecados, que nos alejaban de Dios, y Él con su verdad nos liberó. Jesús dijo: "Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres" (Juan 8:32, NVI). El deseo de todo cristiano es compartir con todos la verdad que lo liberó. Es mi deseo en este año que todos puedan conocerlo. Jesús, siendo Dios, vino al mundo, nació, creció, vivió una vida perfecta (¡la que nosotros nunca pudimos vivir!) y murió en la cruz para pagar por nosotros el precio que no podíamos pagar por nuestros pecados. Al tercer día volvió a la vida y un día va a volver para juzgar a los vivos y a los muertos según sus obras. "Está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio" (Hebreos 9:27, NVI). Todos pecamos, así que por nuestras obras estamos separados de Dios por defecto (Romanos 3:23), pero la buena noticia es que, habiendo muerto Jesús por nuestros pecados, podemos tener reconciliación con Dios por medio de Él. Y ese es su deseo también. Por eso nos llama y nos promete: "al que a mí viene, no lo rechazo" (Juan 6:37, NVI). Él disfruta en tener misericordia y en salvar: "¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar. Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados" (Miqueas 7:18-19, NVI). Él recibe a todos los que se arrepienten de sus pecados y se vuelven a Él confiando en Él.
     En cuanto a mí, deseo seguir creciendo en este año. Y me gozo de poder decir con John Newton:  

No soy la persona que debería ser, 
no soy la persona que quisiera ser, 
no soy la persona que espero ser; 
pero, por la gracia de Dios, 
no soy la persona que solía ser.